Los balones del sufrimiento



La vida, las enfermedades, las perdidas, todo puede vivirse como un castigo o como un camino.

Al dolor lógico de cualquier acontecimiento, le sumamos siempre un plus de sufrimiento psicológico, que al principio cumple una función de intermediario entre lo que la mente recibe y lo que el corazón aún no puede recibir por su dolorosa magnitud.

Pero este sufrimiento secundario, se puede enquistar si no nos atrevemos a mirarlo, si lo negamos, si lo enterramos en nuestro interior, si no lo compartimos entre nuestros seres queridos, amigos o terapeutas.

Es como estar sentado en el agua encima de un balón lleno de aire, es ese sufrimiento que lo ocultamos en nuestro subconsciente. SI el balón es pequeño lo podremos dominar, aún si el mar se mueve un poco. Pero si el balón, el sufrimiento, es muy grande, al menor movimiento del agua (Las dificultades de la vida) saldrá hacia la superficie disparado, mostrándose todo eso que no queremos ver...

El mirar al dolor con el silencio del Alma, produce un efecto transformador. Al meditar nuestra mente se relaja, nuestro cuerpo puede sentir las tensiones y relajarlas y tras esta calma, podemos sentir ese balón bajo la superficie, pues al mirarnos por dentro antes o después salen a flote las heridas que el Alma quiere sanar.

La meditación es simplicidad, es dejar las preguntas, los análisis para entrar en la unidad, en el silencio que es la antesala del despertar consciente, que hay tras cada dolor mirado con presencia, comprensión, dignidad, aplomo y luz.

Lo que resiste persiste... Y todo camino se realiza con el primer paso, al igual que el camino interior que se realiza con la primera "respiración consciente". El Dolor no puede vivir mucho tiempo junto a la luz de la consciencia despierta, pues la luz del Alma, esa luz que sale del corazón hacia el exterior, hace desaparecer lo que antes eran sombras...

Jesús nos enseño el camino de la Pasión, pero también que la Cruz, nuestra propia cruz, es un camino de Luz y resurrección.

Así como Él nos mostró el camino en propia carne, así podemos renacer en espíritu tras cada sufrimiento aceptado y transformado en amor. Y ese amor, es el que transforma lo negativo en positivo, el que da esperanza, sentido y luz a lo vivido. Las espinas de la rosa, dan paso al perfume y la esencia de la misma. Ese es el fruto de la vida, dar nuestra verdadera esencia al mundo, esencia que cuanto más espinas tiene, más perfuma y da belleza a su entorno...

Deseo que cada espina que halla tocado tu corazón, se transforme en el perfume que tu alma nos regala a todos...

Bendiciones mil!

Guillermo.