Las lágrimas del Alma




Cuando una lágrima cae por nuestra mejillas, el dolor o la alegría, se transforma en movimiento, fluidez, adaptación, transparencia.

En el caso del dolor, acaricia nuestra piel, nos recuerda que estamos vivos, nos abraza con la sal de la vida, con el amor del Alma que se manifiesta en lo corporal, al aprovechar la brecha que el sufrimiento hace en nosotros...

La mirada ausente, es la que nos comunica con ella a través del silencio y ella aprovecha para consolarnos, gracias a que en esos momentos la percepción, el instante, nos lleva al momento presente, al ahora, al ser...

Los discursos mentales cesan, sólo sentimos la sensación, la percepción clara y nítida de esa lágrima que cobra vida y nos distancia del dolor mundano para acercarnos al consuelo divino...

Dejemos que otros se acerquen a nosotros en esos momentos de intimidad, recibamos su abrazo, dejemos que sequen nuestras lágrimas con su amor...

Somos seres humanos, nacidos para amarnos los unos a los otros, como el Maestro Jesús nos recordó.

Cuando la lágrima capte nuestra atención y nuestra mente esté sólo con ella, recordemos que nuestra Alma pide silencio, consuelo y amor.

Recibid todos un fuerte abrazo lleno de la compasión infinita que Dios nos manda a todos y que sólo en silencio consciente podemos llegar poco a poco a ver, sentir y vivir...

Vuestro compañero de sendero,

Guillermo Recourt.