Suicidio: De lo Personal a lo Transpersonal.




Me han pedido que hable sobre el suicidio, para poder ayudar a sanar el impacto que en la vida de los familiares, se produce en todas las facetas de su vida. Un reto complicado a nivel mental, pero convencido que posible desde nuestra conexión con la realidad interior. Rescato de mi archivo este documento que empecé hace tiempo y que ahora finalizo. Dado la complejidad del tema, este articulo será un poco más extenso de lo normal.

Hay ya muchos ensayos sobre el tema del suicidio, cumpliendo la necesaria aportación que nos brinda una magnifica información sobre el proceso de duelo por medio de guías o acudiendo a especialistas, así que sólo me queda entrar en mi interior y dejar que fluyan las palabras que surjan de lo profundo del ser, como terapeuta transpersonal.

Quizás ahí está la respuesta… En lo profundo del Ser.

Enciendo una vela y el incienso como símbolo de Luz y Sabiduría y dejo de pensar en el tema, para simplemente abrirme a lo que mi ser pueda expresar.

Lo primero que brota de mi ser es la palabra AMOR. Palabra que según el nivel de consciencia alcanzado va desde el amor más material e inconsciente hasta el amor más sublime y consciente. La diferencia entre uno y otro estriba fundamentalmente en que uno pide cosas a cambio casi siempre de manera inconsciente y el otro no, se da por sí mismo. Así pues, voy a caminar con vosotros desde lo más material y personal hasta lo más transpersonal del suicidio.

Independientemente que tras cada suicidio, tanto la familia como los amigos del fallecido, tendrán que pasar su particular proceso de duelo, hay que admitir que las múltiples creencias que se han generado desde los albores de la humanidad sobre este tema, condicionan inevitablemente este proceso de sanación a nivel Personal.

El Tabú social, surge de esas mismas creencias llegadas de todas las culturas y cultos y señalan con sus miradas el horror familiar que a partir de ahí tendrán que soportar. El resto, todos nos lo podemos imaginar, pero sólo los familiares lo sufren y viven realmente.

Todo esto duele terriblemente y es un lastre tremendo, que se suma al duelo por el ser querido. No me voy a extender más en las consecuencias, pues se me pide señalar un camino de sanación, que en mi particular visión toma el rumbo de lo transpersonal, y su aporte sanador.

Este duelo, necesita un acompañamiento amoroso y lleno de presencia, por parte del tanatólogo, psicólogo, medico o terapeuta. Pero también necesita una toma de consciencia personal, para poder transformar tantas preguntas sin respuestas, tanto sufrimiento y tanta rabia y dolor contenido y transformarlas en una vida plena y llena de sentido. Por ello a parte del ejercicio de mindfulness que voy a compartir, también voy a hablar de la importancia de la toma de consciencia personal.

Tenemos que entender que en estos casos, nadie sabe cómo va a reaccionar y que tenemos que dar y darnos la libertad de llevar este dolor según lo sentimos realmente y no como yo debería llevarlo según la sociedad, pero también no juzgar el cómo lo llevan los demás miembros de la familia, amigos y conocidos.

La transformación no se realiza por revolución sino por evolución, es decir, por toma de consciencia. Con esto quiero decir que no es lo mismo cambiar un estado por otro, que transformarlo. No es lo mismo sufrir y luego dejar de sufrir, que sentir sufrimiento y luego transformarlo en serenidad y paz.

En el primero, tengo un cambio de percepción , pero sigo identificado con el sufrimiento que antes o después reaparecerá tras cualquier estímulo; sería como cambiar los muebles de sitio, sin salir de casa.

En el segundo, cambio de nivel de consciencia, ya no reacciono ante esos estímulos como antes y me convierto en el ser que observa ese sufrimiento, pero que sabe que no es el sufrimiento es sí, y desde ese centro personal, los acontecimientos y las sensaciones no son juzgadas, y con amorosa comprensión interior son abrazadas con total amor, para luego dejarlas ir, lo que al final produce vivir plenamente el ahora y da sentido a la vida. Sería como si dejáramos el piso y nos mudáramos de la primera planta a la séptima. La meditación y el mindfulness nos ayudan a identificar con bondad amorosa esos pensamientos y creencias que están en nuestro subconsciente. ¿Cómo?

Ante esas emociones que nos asaltan al pensar en algo que nos altera, tenemos que pararnos, hacer unas respiraciones profundas y lentas, tomar consciencia de la emoción y permitir esa experiencia sin oponer resistencia, que es lo primero que hacemos siempre. Si reaccionamos a esa sensación incómoda, le damos fuerza y si luego nos resistimos a esa misma reacción le damos poder. De lo que se trata es de no luchar con una reacción que es natural en el ser humano, de no reprimirla, pero tampoco descontrolarnos por ella, causando así más malestar.

De esta manera somos testigos de cómo surge esa resistencia y su rechazo, pero en lugar de evitarla simplemente respiramos y permitimos que sea tal como es, sino nos quedaremos atascados por su energía y la resistencia que nosotros ponemos.

Seguidamente conectamos con nuestro corazón, fuente de amor y cariño y respiramos recordando sólo todo el amor que hemos vivido, que hemos recibido y sentir como es capaz de aliviar la angustia y la opresión que sentimos en el pecho. Cuando la emoción se calme, recordemos que nosotros no somos la emoción, sino el observador que la siente.

Por ejemplo, si me identifico con mi rabia, es como si la rabia formara parte de mi ser y entonces digo “Estoy con rabia”; si la rabia fuera tu mano ¿Te la cortarías para quitarte la rabia? No, ¿verdad? Pero si no me identifico con la rabia, puedo decir “Me siento con rabia” que volviendo al ejemplo anterior, seria lo mismo que sentir esa sensación como si fuera brasa que se calienta en nuestra mano y que puedo soltar antes de que me queme (antes de que estalle de rabia).

Este soltar la brasa que nos quema, de manera voluntaria, es el último paso de esta técnica de mindfulness… Dejar ir la emoción, como la nube pasa y deja ver el sol después de la tormenta. Podéis buscar mucha información en internet sobre mindfulness, pero lo que más ayuda es la practica diaria de unos 15 a 20 min. de observación tranquila de nuestros pensamientos y emociones sin juzgarlos y junto con la sanadora bondad amorosa.

Estos ejercicios se incorporan en el proceso de duelo, después de la fase de aflicción aguda del principio de manera progresiva, una vez tenemos consciencia de la pérdida y empiezan los síntomas como la ansiedad de la separación, la rabia, la impotencia, así como en la siguiente fase del duelo cuando los pensamientos obsesivos, la desesperación o el desamparo hacen su aparición.

¿Fácil? en absoluto, pero no imposible. Lo único que ocurre en estos cambios de consciencia es, que según ampliamos la misma y subimos de planta, el piso es más pequeño pero las ventanas son más grandes.

Eso supone que tenemos que deshacernos de las cosas superfluas, pero a cambio tendremos una visión ampliada de la realidad que se ve por nuestras ventanas y la posibilidad de caminar y visitar a otros que están en pisos inferiores, con la paz alcanzada por la transformación vivida en primera persona, naciendo así una compasión infinita, y como dice el Dalai Lama:

“El Amor y la Compasión son necesidades, no lujos. Sin ellos la humanidad no puede sobrevivir. Igual que la compasión es el deseo que todos los seres sintieses estén libres de sufrimiento, la bondad amorosa es el deseo de que todos puedan disfrutar de la felicidad.”

En este momento empezamos a caminar por la senda de lo transpersonal que nos conecta con el espíritu.

Lo Prepersonal aparece con el niño que en su inocencia pura, no es capaz de ser consciente de ella. Con lo Personal, normalmente perdemos la inocencia y aparece la autoconsciencia e identificación con el ego. Finalmente con lo Transpersonal, recuperamos la inocencia de manera consciente, con su consiguiente creatividad, armonía y amor, fruto de esa toma de consciencia gradual y gracias a la introspección meditativa llena de auto-compasión.

Desde la perspectiva que nos da el ático de lo transpersonal, vemos que el sufrimiento está causado por la identificación con la consciencia egoica, que produce resistencia y separación, haciendo del inevitable sufrimiento inicial, un segundo sufrimiento que realmente podemos evitar, si somos capaces de aceptar fluir con la vida, que es cambio continuo, transformación continua dentro de unas leyes inmutables y que nos hacen tomar consciencia de la llamada muerte, a pesar de nuestras resistencias.

La muerte no es lo contrario de la vida, es lo contrario del nacimiento, pues la consciencia forma parte del espíritu, habite el plano de comprensión material o no. Es pura energía en constante transformación y forma una Unidad con toda forma de consciencia, desde la más básica a la más compleja.

En el arte de vivir, la regla básica es aceptar lo que llega y soltar lo que se tiene que ir, y al mismo tiempo sentir la unidad que planea por encima de todo cambio. Abrazando la unidad que somos, podemos abrazar la consciencia de la muerte, tan necesarias para poder vivir plenamente cada instante.

De lo contrario, seguiremos viviendo en esta sociedad que ve la muerte normal a nivel intelectual, pero no se atreve a sentirla a nivel profundo, porque no somos capaces de digerir esa realidad a nivel Personal, pasando a tapar todo lo relacionado con ese tema. A parte de ser seres vivos, como humanos tenemos que ser seres conscientes y esa consciencia empieza por reconocer la muerte como algo inevitable y sin plazo exacto de entrega, de lo contrario, cuanto más apegados vivamos a nuestro concepto de mente y todos sus deseos, más traumática será tomar consciencia de la muerte. Por eso hace falta mucha cultura de duelo ye inteligencia emocional en nuestras escuelas.

Sin esta consciencia de la muerte, no hay búsqueda que nos mueva a encontrar el sentido de la vida para cada cual, sino que nos sume en la inconsciencia de mirar hacia fuera, tal y como hacemos con la televisión, los móviles o los ordenadores, llenándonos de banalidades que en el fondo nos hacen seguir buscando esa felicidad ilusoria, que la mente busca con deseo y el alma encuentra con silencios…

Somos seres humanos, compuesto por ese “Yo Soy” espiritual que aparece cada vez que nos dormimos y regresamos a la Unidad, y ese “Ego Humano” que nos calzamos cada mañana cuando despertamos.

Así dentro del SER HUMANO vemos que cuando nos desconectamos de lo “HUMANO” y lo observamos con amor y nos des-identificamos de él, aparece automáticamente el “SER”. Todos queremos ser algo en la vida, “yo quiero ser” …. marido, padre, respetado, querido, valorado, rico, guapo, etc…

Buda dijo: Quita el “yo” que es sólo ego, quita el “quiero” que es sólo deseo y aparecerá el verdadero SER.

La muerte a nivel transpersonal, es una transición de la consciencia de un plano hacia al otro, que nos deja a todos sin excepción un hondo dolor en lo HUMANO que ve separación, pero una profunda sensación de Paz en el SER que ve unidad. Y esta Montaña Rusa inconsciente sale a flote continuamente, para indicarnos que ese sufrimiento es normal durante cierto tiempo y necesario para sanar, algo inevitable para la mente colapsada por la CRISIS, pero totalmente regenerador tras ese periodo de adaptación, para el ser consciente que ha vivido ese sufrimiento y que ahora es capaz observar con la lucidez que proporciona la auto-observación en primer lugar y la auto-comprensión posterior, pero todo esto no proporciona transformación si no aprendemos a cultivar también la consciencia o presencia, que facilita y profundiza el cambio interior.

Recordemos que la CRISIS aparece cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer. Necesitamos tirar el aire de los pulmones, para poder respirar de nuevo. Necesitamos soltar lo que tenemos en la mano, para coger otra cosa, y así con todo el la vida conforme a la ley del Tao con el Yin y el Yang.

Más allá de este plano, hay AMOR, Dios es AMOR y se manifiesta a la consciencia primero como creencia, pero si buscamos en nuestro interior, más allá del vacío inicial, encontramos esa unión mística y real con el DIOS que habita en cada Corazón. La verdadera Fe, nace de ese conocimiento que brota cual manantial para calmar nuestra sed espiritual, una vez es despertada. Y es de este mismo manantial, que brota esa intuición REAL y PLENA de que nuestro ser que ha transcendido este plano de comprensión sigue su proceso de toma de consciencia unido al nuestro y al de todo SER sintiente que surque el Universo entero, visible e invisible.

Para llegar a SER, que es lo que nos da sentido en la vida, necesitamos pasar por la antesala de intuir y sentir nuestra propia mortalidad, aceptarla de manera consciente y así poder vivir despiertos, surgiendo así una comunidad de mujeres y hombres llenos de compasión, de ganas de ayudarnos unos a otros, con ese Amor que no necesita pedir nada a cambio.

El ser humano es el vínculo entre la Tierra y el Cielo, y como un gran árbol da frutos según se hace consciente, pero incluso en la inconsciencia, su parte divina brilla en su interior, pudiendo despertar a la vida real en cualquier momento, por eso la compasión abre lazos de luz allí dónde no los vemos y lazos de esperanza dónde antes no la había; ya que todo ser humano tiene momentos de consciencia real, aunque no sepa que los ha tenido, entrando así en el mundo de las intuiciones, de los momentos de paz, los momentos de ser uno con la naturaleza, de escuchar con presencia plena, de mirar al recién nacido tal y como es, en fin, momentos donde dejamos de juzgar y etiquetar la vida y lo que vemos y, simplemente SOMOS.

La muerte del ser querido, siempre es dolorosa, las circunstancias como el suicidio o la edad nos condicionan en lo HUMANO por creencias limitantes y mucha visión supersticiosa del tema, pero recordemos que hay una fortaleza infinita en el SER, que se expresa al darle consciencia y aceptación bondadosa a esa rabia, dolor, pesar, impotencia que a partir de esa visión iluminadora de las sombras mentales, pasan a ser signos de recuperación, dándonos cuenta que las emociones no son ni buenas ni malas, simplemente SON y que es nuestro condicionamiento HUMANO el que les da inconsciencia y nuestra consciencia del SER las que le dan sentido.

En cualquier duelo, tenemos que comportarnos como lo que somos realmente, SERES HUMANOS, sí, utilizando la parte HUMANA con la sabiduría del Alma consciente para ser capaces de llorar sin complejos, de gritar nuestro dolor, pero al mismo tiempo tenemos la oportunidad de ver más allá de las circunstancias de esta transición, si fue un accidente, un suicidio, una muerte violenta o una buena muerte , pues lo importante es amarlos como han sido en este plano de comprensión y amarlos tal y como ahora se expresa su consciencia en el plano que les toca ahora habitar, dejando que el SER se manifieste libre de los condicionamientos limitantes y pueda darnos esa fortaleza, para que nuestro Amor siga creciendo con el suyo para poder compartirlo con todo aquel que se acerque a nosotros. Así cada vez que amamos y nos aman, compartimos y nos comparten, consolamos y nos consuelan, reímos o lloramos, en definitiva vivimos plenamente, esa vibración nos conecta con la vibración primordial y entre ellas con nuestros seres queridos… Pues todos somos Uno.

El Maestro Jesús nos dio la gran clave de la espiritualidad:

“Amaros los unos a los otros, como yo os he amado”

Recordando estas palabras, amemos a la persona que se ha ido sin juicios, amemos su esencia y con ella sus imperfecciones, ya que ningún humano es perfecto en este plano de comprensión, recordando que todo SER, es divino por naturaleza y digno de toda libertad, comprensión, perdón y gratitud por lo vivido y amado juntos.

Estas limitaciones inherentes a la naturaleza humana y que tenemos todos cuando vivimos en las primeras plantas del edificio de la consciencia se transforman poco a poco para sentir el Amor, la Armonía y la Compasión que ya somos en lo profundo de este ser humano, nos sentimos parte de un todo consciente, que por circunstancias de la vida, pasamos mucho tiempo atrapados, a causa de los miedo y el vértigo existencial que nos generan las alturas del edificio más grande y majestuoso que hay en el universo, que bien podríamos llamar:

“LA GRAN PIRÁMIDE DE LA CONSCIENCIA”.

Para terminar quisiera dejaros una de las herramientas más importantes para mi junto con la meditación bondadosa, porque nos comunica con el arquitecto y creador de esta gran pirámide de la consciencia, este herramienta se llama: ORACIÓN.

En la oración nosotros “Hablamos con Dios”

En la Meditación nosotros “Escuchamos a Dios”

Pero al igual que hemos visto un duelo personal y uno transpersonal, con la oración pasa lo mismo.

La oración personal, se expresa con palabras, deseos, carencias, favores y parte desde la mente temporal y generalmente siempre rezamos cuando necesitamos algo y de forma inconscientemente repetitiva, donde las promesas rotas o los enfados por no “atender” sus plegarias dan como resultado una comunicación que es sólo de ida, ya que normalmente no entramos en el silencio para escuchar su “voz”.

La oración transpersonal, se entiende como comunión, agradecimiento, ternura y amor infinito por nuestro Padre Celestial, se forja en el vacío meditativo y se lanza con esa consciencia plena, con esa vibración gozosa de ser uno con Él. Le hablamos tal como Jesús nos enseño, con la confianza de quién habla a su Padre y aceptando plenamente, ese “Hágase tú voluntad y no la mía” añadiendo “Y muéstranos la diferencia entre ambas”. Y para finalizar damos las gracias por estos momentos de profunda comunión, confiando plenamente en las sincronías e intuiciones que vendrán cuando sea el momento más adecuado para captarlas.

Hay que recordar que el verdadero Amor al Padre no pide nada a cambio, sólo necesita de una actitud sincera, un corazón puro y una consciencia atenta a los dictados que por medio de la intuición que surge de la atención plena y la meditación, nos ayudarán a seguir viviendo en armonía.

Deseo de todo corazón que la Paz Profunda que mora en lo profundo de cada SER, se haga consciente a todos vosotros que sufrís la muerte por suicidio de un familiar, o cualquier muerte o perdida importante en la vida.

Vuestro compañero de sendero.

Guillermo.