Duelo, un desierto emocional.

Tras la muerte de un familiar, nuestro mundo emocional se parece mucho a un desierto. Lo que antes era un bello vergel lleno de bellos sentimientos, ahora es un mundo nuevo, hostil y aterrador.

¿Cómo sobrellevar esto de la mejor manera posible?

Lo primero es asimilar la situación después del tremendo shock, pues el intenso calor y la falta de árboles que nos den sombra, nos aturden y nos dejan sin energías, tal como lo hacen los agobios y emociones encontradas de las primeras etapas del duelo.

Cuando llega la noche, el cambio brusco de temperatura, nos ayuda a recobrar la consciencia pero ahora el frío es intenso, paralizador y la soledad junto con el desespero se ciñen a nuestro ser… Hemos entrado en un nuevo mundo de extremos emocionales, de desorientación al no tener nuestras referencias anteriores y estamos paralizados al no saber hacia dónde dirigir nuestras escasas fuerzas…

En las primeras etapas nos parece que estamos solos en este desierto emocional y vemos espejismos por doquier, al igual que nos pasa cuando no queremos ver y asimilar la transición de nuestro ser amado.

Lo primero que debemos hacer es protegernos del terrible sol abrasador, sobre todo la cabeza y caminar al alba o al ocaso del día… Así debemos protegernos de los terribles y abrasadores pensamientos negativos que merman nuestras fuerzas, dándonos respiros para airearnos y pasear fuera de esas horas infernales, para recuperar nuestro equilibrio interior…

Lo segundo que empezamos a notar es que necesitamos agua desesperadamente, para calmar la sed que produce este nuevo estado desértico, al igual que el duelo produce la imperiosa necesidad de saber cómo y dónde está ahora nuestro ángel del Azul y cuanto más andamos, más se nos seca la garganta y menos energías tenemos para seguir.

En este estado la mente seca el cuerpo y sólo el alma puede darnos el agua que calmará para siempre nuestra sed de conocimiento, pero aun nos falta mucho camino que recorrer hasta llegar a este punto…

La desesperación y el miedo nos llenan de ira y gritamos duna tras duna lo injusto de esta nueva y terrible situación, nos caemos rodando por ese terreno extenuante y así pasamos varios días más, hasta que poco a poco vamos tomando consciencia de que así no podremos sobrevivir y tras sacar esa frustración, nos sentamos y nos montamos en la nube de la negociación interior… Sé que debo seguir caminando, pero me daré un poco más de tiempo, pero el tiempo es vital para no terminar deshidratados y el instinto de supervivencia empieza a florecer en nuestro interior, sacando fuerzas de flaqueza, empezamos a caminar para calmar nuestra inmensa sed…

Tras unos matorrales encontramos un pequeño charco, en el que sumergimos la cabeza y todo el cuerpo, ha llegado la primera señal de que podemos sobrevivir, si respetamos las horas de vigilia y descanso, y nos llenamos poco a poco de pensamientos sanadores… pero esa agua, es el Amor que surge de nuestros familiares y amigos, que nos dan los sorbos vivificantes, el apoyo silencioso y las fuerzas suficientes para seguir avanzando en dirección al Oasis que sabemos existe más allá del desértico horizonte.

Continuamos nuestro camino por esas dunas terroríficas, pero con la fe de encontrar agua y vegetación más adelante… pero los días pasan y los charcos que al principio nos parecían gigantes, ahora los vemos insignificantes, y ya no nos calman ni la sed… necesitamos más agua, pura, fresca y refrescante… Así pasa con la ayuda recibida, ya no nos consuela como al principio y poco a poco aparece la tristeza y la losa de la depresión cae sobre nuestras espaldas…

Las lágrimas aparecen sin cesar y en este desierto, cada gota derramada es un poco de vida agotada, la frustración nos paraliza de nuevo y nos refugiamos debajo de unas rocas que hay en todo desierto… La Coraza que nos hacemos para poder soportar el inmenso dolor y la terrible sed…

En esos momentos de descanso, al abrigo del sol abrasador, la suave brisa y el reconfortante refugio, nos hacen pensar con más claridad, de ese silencio del que al principio huíamos, ahora brota cual agua vivificante, respuestas que el corazón entiende y que la mente desconoce, insuflándonos de la vitalidad y confianza necesaria para seguir avanzando… Es el primer paso certero hacia la sanación, siendo conscientes de que aún queda mucho camino y periodos de sed, pero sabemos ya que donde hay vegetación hay agua… algo hemos aprendido… y ahora sabemos que el oasis está cada vez más cerca…

Estamos llegando al final del desierto emocional, la aceptación de la situación nos lleva a caminar con prudencia, sin prisas pero sin pausas, encontramos agua más a menudo y la vegetación se va haciendo más densa y refrescante…

Ahora, cuando tenemos sed, empezamos a cavar con nuestras manos pequeños pozos en los lugares que ya intuimos que hay agua… este es un gran secreto, la intuición la hemos agudizado y el Amor ha sido la llave que nos conduce a este nuevo terreno, diferente de la selva paradisiaca donde vivíamos, pero gracias a la cual, hemos aprendido a utilizar nuevas herramientas para poder seguir viviendo a pesar de todo y quizás de una manera más profunda…

Estamos cerca del oasis y nos encontramos con gente que también llego a este desierto de manera traumática, pero que al igual que nosotros ha sabido reponerse a las circunstancias y caminar hacia un nuevo estado emocional, la Paz de la aceptación y el Amor sublimado desde el corazón.

¡Y por fin, llegamos a nuestro oasis particular!

Nos damos cuenta que cavando cada vez más en lo profundo del ser… hemos encontrado en nuestra Alma, la fuente de aguas vivas que tanto soñamos y que ya el Maestro Jesús nos señalara con sus parábolas… El vergel lo hemos construido nosotros mismos, con nuestro esfuerzo diario, con nuestros pensamientos positivos, con nuestras debilidades y fortalezas, con nuestras lágrimas y sonrisas, con nuestra desesperación y nuestra fe… Al final hemos encontrado el equilibrio sanador que llega de Amarnos, conocernos y trasmutar el dolor en Armonía interior… Armonía que nos una a los nuestros, más allá del tiempo y del espacio, de desiertos y montañas y que en última instancia nos enseñan que el Amor es la energía que equilibra los extremos más duros de la vida.

Deseo de todo corazón, que todos vosotros encontréis vuestro vergel particular y el pozo más limpio, fresco y puro con el que se pueda soñar…

Recibid un gran abrazo de Paz y mil bendiciones!



Guillermo J. Recourt


2 comentarios:

  1. Excelente labor, el duelo es uno de los traumas que mas afectan a los seres humanos y que muy pocos le dan la importancia necesaria para ayudar o mejor compartir el dolor con otros pares, te felicito por tan dicientes temas nos ayudan a sobrellevar el duelo y a encontrarle un nuevo sentido a la vida. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Muchísimas gracias Martha! Como bien dices el duelo nos da un sentido más profundo de la vida. Recibe un fuerte abrazo lleno de Paz! bendiciones!

    ResponderEliminar