Qué Navidad queremos vivir, ¿la soñada o la real?

Qué Navidad quiero vivir, ¿la soñada o la real?

Esta pregunta, meditada y llevada al silencio nos habla de dos mundos paralelos. En el primero estamos en estado de ensoñación. En el segundo estamos despiertos, conscientes.

En Navidad celebramos el nacimiento de Cristo. En lenguas anglosajonas de denomina Christmas, o lo que es lo mismo la Misa por Cristo.

Teniendo en cuenta que los Cristianos nos preparamos para esta celebración por medio del periodo de Adviento, que es un tiempo de esperanza y de vigilia consciente en familia y en comunidad, vemos cómo la mayoría del mundo ha perdido su verdadera esencia, asociando la Navidad a un periodo de compras materiales, copiosas cenas y reuniones de todo tipo.

La Navidad es un periodo en que la familia se reúne y si no se pueden reunir todos, se llaman por teléfono, vía online o como se pueda.

¿Qué ocurre con la Navidad cuando un ser querido muere? Pues que la gran mayoría afrontamos este periodo de comunión, con mucho dolor y tristeza. Quizás, para toda la vida… Pasa lo mismo cuando un matrimonio se separa, etc.

Desde nuestra estructura psicofísica, esta visión «fría» de la Navidad se puede entender por el trauma creado, por los sueños frustrados, por el sufrimiento cronificado, etc…

Pero recordemos que somos mucho más que un cuerpo, que una mente y que unos sentimientos. Somos un ser humano y como tal con un Espíritu inmortal.

El duelo cronificado es una tremenda resistencia inconsciente a lo que Es, a lo que ha sucedido, a lo que ha roto «nuestra visión perfecta de lo que tenemos que vivir». Se manifiesta con juicios negativos a la vida y a identificarnos con un rol de víctima que es difícil de percibir, pero que desde fuera se ve claramente.

Volquemos nuestra mirada hacia la comunión interior y hablemos de esperanza. 

Transformar la tristeza en verdadera alegría interior, no es fácil en los primeros meses o años, pero llega un momento en que nos vaciamos tanto de nosotros mismos, al vaciarnos de lágrimas, de frustraciones , de dolor, de recuerdos y de todo lo mental y emocional, que sin saberlo, abrimos la puerta a lo trascendente. 

Una intuición nos habla entonces de que nuestro ser querido está bien en su nuevo plano de existencia espiritual. Es una certeza tan clara que nuestro corazón sonríe de nuevo, se llena de paz y da gracias a Dios por ese momento de comunión… Cada uno vive esta intuición de una manera más o menos consciente, pero luego al entrar la mente en acción, pasa a ser etiquetada como un «simple pensamiento» y acaba por perderse su verdadera esencia..

La navidad soñada nos entristece cuando deja de ser perfecta por la falta de algún familiar. La navidad soñada nos entristece cuando los malos recuerdos producidos en esta fecha señalada nos sacan del momento presente y no disfrutamos de esa venida continua de Jesús a nuestro encuentro.

La Navidad real, madura y llena de calidez interna, nos llena de complicidad con la vida. Aceptamos los cambios no por razonamiento, sino por comunión interior, por esa sabiduría del alma que nos lleva a vivir despiertos a esa «Verdad que nos hará libres».

Así como antes he mencionado a los familiares que están lejos, en otras ciudades o continentes y no pueden venir por Navidad, pero que nos comunicamos con ellos por teléfono o por videoconferencia… Así podemos hacer con nuestros familiares que han pasado por la transición de su consciencia. ¿Cómo?cerrando nuestros ojos y «nuestra mente» y en silencio, enfocados en nuestro corazón con total humildad, sentir su presencia, sentir su comunión, sentir su alegría y al abrir los ojos, dar gracias por todo lo vivido en este plano y lo que seguimos viviendo con ellos a través de nuestro espíritu.

Como decía San Pablo: «La letra mata y el espíritu vivifica» Los pensamientos nos matan la intuición. El silencio sagrado nos hace resucitar a la luz que ya somos. Nunca lo olvidéis, sentir la Luz que hay detrás de la desesperación, del dolor, de la tristeza y dejad que nazca en vuestros corazones el Camino, la Verdad y la Vida que ya somos todos y que nuestro Señor nos dejó tan claro… La espiritualidad está sembrada de sencillez e inmaculada y silenciosa presencia.

Que estás Navidades, descolguemos el «teléfono celestial» que es el Espíritu Santo y en sus manos vaciemos todas nuestras penas y ansiedades y poco a poco empecemos a vivir la Verdadera Navidad.

Recibid un hondo y cálido abrazo en vuestros corazones , y vivamos esta Navidad desde ese corazón que ilumina nuestras mentes con verdadera lucidez, paz y amor.

Paz profunda y bendiciones mil.

Vuestro compañero de camino, Guillermo.

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