Encender La Luz de la Consciencia



"Si encendieras la luz de la conciencia para observarte a ti mismo y todo lo que te rodea a lo largo del día; si te vieras reflejado en la conciencia del mismo modo que ves tu cara en un espejo, es decir, con precisión, con claridad, exactamente, sin la menor distorsión ni añadido, y si observaras ese reflejo sin juicios ni condena, experimentarías toda suerte de cambios maravillosos. Pero no controlarías esos cambios, ni podrías planearlos por adelantado ni decidir cómo y cuándo se van a producir. Es solamente esa percepción consciente sin juicios la que sana, cambia y hace crecer. Pero a su manera y a su tiempo."

Anthony de Mello.

Te invito a tomar una taza de té



Te invito a tomar una taza de té.

Sentados juntos, respiramos y en silencio abrimos nuestros corazones para simplemente escucharnos en cuerpo y alma.

Sabemos de nuestros duelos, de nuestro dolor y sufrimiento, pero ahora sólo hay Presencia, apertura para Ser nosotros mismos.

No buscamos decir cosas por decir, sino sólo permanecer en comunión.

Hemos aprendido a no huir del dolor, sino a ponerle nombre.

Hemos aprendido a no huir de esas sensaciones corporales que ahogan nuestro ser, sino a sentirlas plenamente sin juzgarlas.

Hemos aprendido a permanecer con esa carga energética en principio desesperante y al observarla con atención, comprobar que va desapareciendo sin más.

Hemos aprendido que tras esas tensiones abrazadas surge una extraña paz llena de comprensión intuitiva.

Hemos aprendido que sin buscar controlar la respiración, La Paz anterior la trae por sí misma.

Hemos aprendido que al conectar con nosotros mismos, aparece una hermosa conexión con todo lo que nos rodea, cielo, tierra, personas, animales, etc.

Hemos aprendido con todo esto que hay mucha luz dónde solo había oscuridad y que esa luz interior es la que disipa nuestro dolor y transforma la distancia con el ser querido en presencia sin espacio.

Hemos aprendido a tomar una taza de té en silencio y a compartir con una sincera mirada el dulce aroma del Amor infinito de dos almas que tras cargar su cruz, resucitan en silencio a la Vida Plena.
Gracias por tu infinito acompañamiento, Alma mía...

Recibid un fuerte abrazo lleno de ese aroma que la Gracia Divina deja caer a todo aquel que abre su corazón a la VIDA.

Bendiciones mil!

Vuestro compañero de sendero, Guillermo.

La Crucifixión en el Duelo

 



Para los cristianos estamos en las fechas en las que vivimos la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Son fechas de recogimiento, de hacer silencio, de equilibrar la vida material con la espiritual.

Todos cargamos con nuestras cruces, pero en el fondo no llegamos a aceptarlas, no llegamos a dejar que nos crucifiquen, es decir, a morir a la imagen egoica y velada que tenemos del mundo y de nosotros mismos.

En el duelo, pasa lo mismo, no llegamos a confiar en que hay algo más grande que nosotros que regula los ciclos de la vida y así la aceptación necesaria pasa a ser resignación y con ella aparece el sufrimiento y la impotencia de ver que no podemos hacer nada por vivir sólo con lo que nos hace feliz…

En la misa del jueves santo el sacerdote dijo: Jesús no vive para nosotros porque lo recordemos, es porque vive que su recuerdo perdura en nosotros. En el duelo se dice mucho que mientras recordemos a nuestro ser querido, no morirá. Y en verdad, es que es su nueva vida espiritual la que que nos hace recordar la unión que existe entre nosotros y recordarle… Recordar viene del latín “recordis” que significa volver a pasar por el corazón… volver a estar en comunión a pesar que su cuerpo físico ya no está.

En el centro de la cruz está el corazón que sigue latiendo y moviéndose, y por otro están las manos y pies paralizados, no podemos hacer nada, sólo esperar en silencio y confiar en Abba, en nuestro Padre Celestial… En el duelo llegar a crucificarnos significa entrar en comunión con el Padre, confiar en Él y dejar de luchar por vivir nuestra verdad velada por la mente y de esa manera silenciarla y escuchar su voluntad y no la nuestra…

Hoy viernes santo, estamos velando a Jesús, estamos armonizándonos con su dolor y sufrimiento y al mismo tiempo sintiendo en los momentos de oración y contemplación la paz de su sagrado corazón latiendo en un eterno compas de luz, vida y amor.

El duelo necesita momentos de silencio como estos, momentos de comunión interior, momentos de armonización corporal, mental y espiritual, para que la Vida pueda seguir su curso y podamos ver más allá de nuestras propias zancadillas mentales y entregarnos a Dios en un eterno “Hágase tú voluntad y no la nuestra, y muéstranos la diferencia.”

Cada duelo es personal e intransferible y cada uno de nosotros lo enfrenta con las “herramientas” que esa misma Vida nos ha ido dando, pero recordar que en lo profundo de nuestro ser siempre hay luz, siempre hay amor infinito y que la fe en todo esto ayuda a soltar con humildad nuestros sufrimientos y creencias erróneas y así poder renacer, resucitar en forma de una persona más llena de Vida, de esperanza, de caridad… No hace falta ser creyente para intuir que somos seres espirituales en una aventura humana…

En esta semana especial, pido a Dios que nos ayude a ser humildes para así poder entrar en nosotros y comulgar con todo ese Amor infinito que no para de manar de su “Corazón” y de esa manera poder ver en todo, la perfección que roza nuestras almas y que no solemos ver por estar demasiado “ocupados” en vivir nuestros sueños en vez de despertar y simplemente VIVIR.

Recibid un fuerte abrazo lleno de paz Profunda y Bendiciones mil en Cristo nuestro Señor.