La Navidad ¿Incompatible con el duelo?

 


Llega el periodo del año en el que muchos de nosotros celebramos el nacimiento de Jesús y muchos otros un periodo de fraternidad, según la orientación religiosa o ética de cada cual. En ambos casos es un periodo familiar y que siempre nos trae al corazón a nuestros seres queridos que ya no están físicamente con nosotros.

Muchos comentamos que es un periodo muy triste y que queremos que pase cuanto antes. Otros comentamos que a pesar del dolor y las naturales lágrimas que puedan surgir, nos sumergimos en esta celebración con ellos en nuestros corazones y celebraciones.

¿De dónde surge ese cambio tan importante para que las celebraciones familiares y en especial la Navidad se puedan vivir en y con paz?

Hay una cosa obvia y que nos la muestra la etimología de la palabra Navidad: Voz patrimonial del latín nativitas, nativitatis ‘nacimiento’. Nacer implica llegar a una vida nueva. Es la realización de nuestro estado potencial como óvulo fecundado. En resumen es vivir la Vida con mayúsculas como seres conscientes.

Si observamos las dos palabras que en nuestras mentes aparecen en duelo en esta época del año, consciente y la mayoría de veces inconscientemente, es VIDA-MUERTE y LUZ-OSCURIDAD si vemos el cambio del Solsticio de Invierno, dónde del día más oscuro del año en términos de luz solar, pasamos a ver como los días irán teniendo más luz.

Al igual que la obscuridad no tiene existencia y se mide en función de la luz, así la muerte no es lo contrario de la Vida que es eterna, sino lo contrario al NACIMIENTO y que como bien decía Albert Einstein: “La Energía (Vida eterna) ni se crea ni se destruye, simplemente se transforma.”

Por resumirlo en unas palabras encadenadas:

VIDA-Nacimiento-VIDA-Muerte-VIDA

La mente sólo puede apreciar dualidades: Nacimiento-Muerte.

La Consciencia lúcida es VIDA que está presente antes de nacer, durante nuestra etapa mundana y después de la muerte del cuerpo.

Como bien dice Theilard de Chardín «No eres una criatura humana en una aventura espiritual, sino una criatura espiritual en una aventura humana».

En el Cristianismo el Adviento es un periodo de silenciamiento interior, de espera activa, de comunión interior, para preparar un nuevo nacimiento. Celebramos el nacimiento del Mesías y al mismo tiempo nos preparamos para renacer nosotros mismos a nuestro verdadero Ser.

En Navidades nos asaltan las preocupaciones y el dolor de ver lo que hemos dejado atrás, de ver los que ya no están con nosotros fisicamente y tendemos a ocuparnos en prepara actos festivos, compras compulsivas y todo lo que pueda llenar nuestro vacío existencial.

Entre la preocupación que se alimenta de nuestras memorias pasadas y la ocupación que busca alcanzar objetivos en un futuro inmediato, está la Presencia Consciente que observa en silencio el ruido mental.
Nacer a nuestro verdadero Ser, significa morir al yo pequeñito con el que nos identificamos, significa morir a las memorias interpretadas negativamente, significa morir a las creencias limitantes, significa abrazar con lucidez todo lo que vivimos, para llenarlo de Amor.

Sí en estas Navidades surgen sentimientos de resistencia a celebrarlas plenamente con el corazón, es porque la mente sigue enredada en su propia trampa y no deja expresarse a la divina Consciencia que habita en todo ser.

Tomemos unas respiraciones profundas y regresando al ahora, sin juicios ni culpas, sigamos compartiéndonos con todos en Amor, ayudándonos los unos a los otros a renacer en Verdad. Esa Verdad que intuye la realidad transcendente, que sabe que nuestros seres queridos transcendidos está en perfecta armonía, paz y amor. Esa Verdad que nos libera de la ignorancia mental y nos abre hacia la sabiduría del alma.

Os deseo de todo corazón que paséis una feliz Navidad Consciente de su profundo significado, que nos ayuda a renacer con más lucidez al mundo espiritual donde no hay distancias psicológicas entre nosotros y nuestros seres queridos que habitan ahora una eternidad sin comienzo ni fin.

Recibid un fuerte abrazo Navideño lleno de Paz Profunda y mil bendiciones.

Guillermo.