La Navidad No Dual


Estamos en unas fechas en las que las emociones están a flor de piel. 
Estamos en unas fechas en las que se produce la dicotomía entre nuestros deseos de dar y recibir amor y de una realidad que en muchos casos no desea sufrir la falta de ese dar y recibir amor, tal y como nos gustaría.
Se produce así una incoherencia entre deseos y realidades.
El ego busca satisfacer todos sus deseos, vivir conforme a los patrones socialmente aceptados para estas fechas y al mismo tiempo huye de las realidades que no cuadran con el espíritu navideño, soledad, distanciamientos, duelos, enfados, pobrezas varias, egoísmos muchos, inconsciencias todas.
Vivimos en una sociedad llena de materialismo, que camina hipnotizada en medio de un mar de clichés vacíos de contenido Real.
Las luces de las ciudades, sus músicas ensordecedoras, los escaparates llenos de colores y “ofertas”, las reuniones de familiares y de empresa llenas de “armonía” nos encaminan hacia la satisfacción de todos los deseos del ego, para sentirse “bien” y hacer sentir “bien” a los demás, según lo establecido por las normas sociales y éticas de la Navidad.
En resumen, vivimos una Navidad llena de hipocresía egoica que huye de las realidades cotidianas, que huye de nuestras sombras y que sólo busca olvidar miedos y sufrimientos ahogados en la compulsividad de las compras, de las comidas y las bebidas…
Existe otra Navidad, donde las “ofertas” están rodeadas de silencio, la “armonía” se rodea de vacío y el “bien” se rodea de lucidez… Es la Navidad que surge de lo profundo del Ser. 
Surge de un espacio no dual, donde los pensamientos y emociones cesan, ante la magnificencia de la percepción del momento presente, tal cual es. 
Ese espacio no dual, del que todas las traiciones religiosas han obtenido su Sabiduría esencial, al entrar en el silencio interior.
La Navidad nos recuerda un nacimiento interior, nos recuerda el comienzo del aumento de la Luz (lucidez) con el solsticio de invierno, tras un periodo de oscuridad (inconsciencia) con el equinoccio de otoño. 
Al mismo tiempo, nos recuerda el nacimiento del Maestro Jesús y su reino de Amor. Reino que se vivencia “atendiendo” al Dios de nuestros corazones, ese reino que está en nosotros, ese reino que no es de este mundo (dual), sino un reino de servicio desinteresado, lleno de la bondad y la compasión nacidas del espíritu.
Este estar “atentos” a nuestro mundo interior, nos libera de los automatismos mentales y emocionales. Recordamos que somos el observador, la consciencia que vivencia todo eso. La compulsividad da paso a una calma y serena aceptación de lo que Es, para luego actuar con ecuanimidad y gratitud por lo vivido. 
En fin, estar “atentos” es abrir los ojos a la no dualidad del ser, abrir las puertas del Reino que nunca estuvieron cerradas y que si no las vemos, es porque nos hemos identificado totalmente con nuestro ego, viviendo dormidos en un estático mundo de subjetividades a las que llamamos “nuestra realidad”.
Despertemos al mensaje profundo de la Navidad y del Espíritu Crístico, despertemos a esa felicidad sin causa aparente, a ese servicio hacia la humanidad lleno de Unidad y Compasión, a ese sonreír a la vida tras cada conversación lúcida, atenta y consciente, a ese Ser desde la esencia que nos comunica con el Reino de Jesús, con el Reino de Dios, y más allá de términos duales, con el Reino del Amor Sublime expresado por el servicio y cuidado del prójimo…
Que estás Navidades estemos “Atentos” y sin juzgar, a todo aquel que comparta con nosotros un momento de vida, que en ese percibir desde el alma está el verdadero secreto de la Navidad…
¡

Feliz Navidad Consciente para todos!


Vuestro amigo en el sendero del medio.
Guillermo J. Recourt.

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