El amanecer de la consciencia



Hay dos momentos durante el día, en que la naturaleza enmudece, al alba y llegado el ocaso.

Los pájaros rinden honores al astro rey con un silencio lleno de presencia, la Aurora con sus bellos matices, nos avisa de que la tierra sigue girando y anuncia la llegada de la luz y el calor.

El sol no discrimina a nadie, simplemente está presente para ayudar y confortar.

El alba y el ocaso son los puntos de inflexión entre el día y la noche, la naturaleza les rinde un culto ancestral y se crea una atmósfera de plena observación y comunión.

Dentro de nosotros hay un sol interior que nos da luz y calor, que abraza tanto lo consciente como lo inconsciente sin discriminar a nadie.

La naturaleza nos señala claramente cuando ser uno con él, y ese gran secreto a voces, nos pasa desapercibido.

Los silencios entre pensamientos, entre emociones, entre respiraciones son momentos llenos de presencia, llenos de luz y calor, llenos de consciencia plena, sólo si tomamos consciencia de ellos, si los observamos atentamente y nos dejamos mecer por el aquí y ahora…

Para sanar emociones, necesitamos expresarlas y sentir en el atento silencio de nuestro acompañante, que su sola observación sin juicios cambia nuestra propia visión de la percepción, la llena de luz y de aceptación, produciéndose un nuevo amanecer de la consciencia.

Así es nuestra vida, un calco de lo macrocósmico, donde la Paz verdadera está en ese fluir equilibrado entre opuestos, siendo el punto donde se juntan, ese excelso instante de silencio interior, que transforma la dualidad efímera en simple entonamiento con la verdad una.

Que cada día sea un amanecer para nuestra consciencia y un ocaso para nuestras creencias limitadoras y así podamos seguir caminando por la vida, para reflejar la Luz y el Calor, que es realmente el Amor que ya somos.

Recibid un fuerte abrazo en lo profundo del sol que habita vuestro hermoso corazón.

Bendiciones.