La Aflicción


Ante la pérdida de cualquier ser, la aflicción hace su presencia, pero a unos afecta más que a otros.
Hay un dicho tibetano que nos recuerda que, “El Alma alegre forja una sonrisa en el rostro de la aflicción; pero el pensamiento del triste amortigua hasta el brillo de la sonrisa más pura”.
La sabiduría popular también nos llena de muchos refranes que hablan de lo mismo, “Más enseña la adversidad que la prosperidad” y “Hay males que traen bienes y bienes que traen males”.
¿Qué podemos aprender de estas simples frases para que nos alumbren en medio de la aflicción?
La aflicción es cómo el geranio que al cortarlo inclina sus flores hacia el suelo; sus pétalos miran ahora hacia la tierra. Su fuente de vitalidad se ha cortado y desfallece; al final cae en desgracia y lo abandonamos.
El Alma alegre es en este sentido cómo el geranio que una vez cortado por el motivo que sea, lo plantamos otra vez en un tiesto nuevo para que siga creciendo en armonía y cumpla la función para la que fue creado, “vivir” y su mirada ahora apunta hacia el cielo; con su vitalidad nos contagia de la belleza interior y resuena en nosotros ecos de profunda comunión.
La tristeza es contraria a la misma naturaleza que nos refleja ese “orden” universal, ya que perturba su armonía; hace desagradable todo lo que la naturaleza tiende a hacer agradable.
Como seres humanos y llenos de sentimientos es lícito y necesario pasar por momentos de profunda tristeza, ya que son las llaves que nos impulsaran a vivir una vida más plena; nos ayudan a reflexionar sobre la vida, la felicidad y lo más importante, nos debería hacer buscar respuestas a lo que significa vivir para cada cual.
“Hay males que traen bienes” y es cierto, el tiempo y la fuerza de voluntad para experimentar lo malo y lo bueno por igual, nos ayudan a “ordenarnos” por dentro, siempre que cumplamos una regla importante: Debemos aprender a cerrar y dejar de mirar la puerta de la aflicción lo antes posible para poder apreciar la infinidad de puertas que la vida nos ofrece para ser felices.
El Alma Alegre no cree que el dolor cure el infortunio, ya que al final es un veneno con forma de remedio, es una flecha mortal que se clava en nuestro pecho, que cuanto más fuerza haces para quitártela, más se clava en nuestro corazón.
El Alma Alegre, aprende con la aflicción, la transmuta en alegría, en recuerdos hermosos, en miradas que nos muestran agradecimiento al seguir alegrando la vida de los demás, a pesar del duelo.
La vida es cambio continuo, perpetuo y el Alma Alegre lo entiende, toma consciencia de las leyes naturales y se armoniza con ellas, lanzándose a “vivir” plenamente cada momento de la vida, enfocando sus cualidades y virtudes en los seres que tiene a su alrededor, y estos pequeños gestos, son los que llegado el momento de dejar este plano de comprensión, nos harán sonreír a nuestros seres amados y decirles “Amaros los unos a los otros cómo Él nos ama y cómo yo he intentado amaros”; ese es nuestro mejor legado, el Amor con el que se quedan y que al mismo tiempo transmitirán a los hijos de sus hijos, para que la aflicción sea en un futuro, el recuerdo de una sociedad que vivía ignorante de su verdadera naturaleza interior…
Deseo que La aflicción que todos podemos experimentar en un momento determinado, sea el motor que estimule la búsqueda de la felicidad de todos los seres que necesitan de ella y que nos miran sonrientes para que “vivamos” junto a ellos en un nuevo “tiesto” abonado con todo el Amor del mundo.
Guillermo J. Recourt.

1 comentario:

  1. La aflicción, el dolor, el sufrimiento bren todos nustros sentidos para poder ver, sentir, oír, eperimentar y comprender lo que viven otros. Nos sensibiliza ante las emociones y nos hace partícipes con la humanidad... Hoy puedo sentirme parte en el amor y el dolor de todos mis hermanos en la Tierra y siento la fuerza del Universo que me sostiene...
    Ayxa

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